viernes, 5 de agosto de 2011

Conversaciones con Marcel Duchamp






Conversaciones con Marcel Duchamp
*1
Pierre Cabanne




P. C. -André Breton dijo que usted era el hombre más inteligente del siglo xx. Para usted, ¿qué es la inteligencia?
M. D. -Precisamente, iba a preguntárselo. La palabra «inteligencia» es la más elástica que conozco. Hay una forma lógica o cartesiana de inteligencia, pero creo que Breton quería referirse a algo distinto. En realidad se planteaba, desde el punto de vista surrealista, una forma más libre del problema; para él la inteligencia es, en cierto modo, la penetración de aquello que es incomprensible o difícil de captar por el hombre medio. En el sentido de ciertas palabras hay como una explosión: valen más de lo que significan en el diccionario.
Breton es un hombre de mi mismo orden, hay una comunidad de visión que compartimos, y por ello creo comprender la idea que tenía de la inteligencia alargada, estirada, extendida, hinchada si usted quiere...

P. C. -En el sentido en que, usted mismo, ha alargado, hinchado y hecho estallar los límites de la creación según su propia «inteligencia».
M. D. -Tal vez. Me asusta la palabra «creación». En el sentido social, normal, de la palabra, la creación, es muy gentil pero, en el fondo, no creo en la función creadora del artista. Es un hombre como cualquier otro, eso es todo. Su ocupación consiste en hacer ciertas cosas, pero también el businessman hace ciertas cosas, ¿me entiende? Por el contrario, la palabra «art» me interesa mucho. Si viene del sánscrito, tal como he oído decir, significa «hacer». Pero todo el mundo hace cosas y los que hacen cosas sobre una tela, con un marco, se llaman artistas. Anteriormente se les aplicaba un nombre que me gusta más: artesanos. Todos somos artesanos, con una vida civil, militar o artística. Cuando Rubens, o cualquier otro, necesitaba el color azul, tenía que pedir tantos gramos a su corporación y se discutía la cuestión para saber si se le podían dar 50, 60 o más.
Eran verdaderamente unos artesanos, y eso se ve claramente en los contratos. La palabra «artista» fue inventada cuando el pintor se convirtió en un personaje de la sociedad monárquica, en primer lugar, y posteriormente de la sociedad actual, en la que es un señor. Ese pintor no hace cosas para alguien sino que es ese alguien quien va a elegir cosas entre la producción del pintor. En contrapartida el artista está mucho menos sujeto a concesiones que antes, durante la monarquía.







P. C. -Pero Breton no dijo únicamente que usted es uno de los hombres más inteligentes del siglo xx, sino también, y cito textualmente sus palabras, «para muchos, el más molesto».
M. D. -Supongo que eso significa que, al no seguir la corriente que imperaba en ese momento, molestaba mucho a las personas que veían en ello una oposición a lo que estaban haciendo, una rivalidad, si usted quiere; pero en realidad, no había tal cosa. Eso existía únicamente para Breton y su grupo, debido a que no se daban cuenta que se podía hacer algo distinto a lo que se hacía en aquel momento.





P. C. -¿Cree haber molestado a mucha gente?
M. D. -No. No hasta ese extremo, debido a que no tuve en absoluto una vida pública. La que tuve fue en el grupo de Breton y de todos los que se ocupaban algo de mí. En cierto sentido no he tenido nunca una vida pública puesto que nunca he expuesto el Verre y éste ha permanecido en garajes todo el tiempo.

P. C. -Así pues, ¿era más molesta su moral que su obra?
M. D. -En este caso tampoco había adoptado ninguna posición. Hice un poco corno Gertrude Stein, que era considerada en un cierto grupo corno un escritor interesante, con cosas muy inéditas...








P. C. -Confieso que nunca se me hubiera ocurrido compararle con Gertrude Stein…
M. D. -Es una forma de comparación entre las personas de esa época. Con ello quiero dar a entender que hay personas, en cada época, que no están al día. Y eso no molesta a nadie. Tanto si yo hubiera estado allí corno si no, hubiese dado lo mismo. Sólo ahora, cuarenta años después, se percibe que, cuarenta años antes, ocurrieron cosas que hubieran podido molestar a algunas personas, pero entonces les importaba un bledo.

P. C. -Antes de entrar en detalles podríamos abordar el acontecimiento clave de su vida, o sea, el que después de unos veinticinco años de pintura, aproximadamente, usted la abandonase bruscamente. Me gustaría que explicara su ruptura.
M. D. -Fue motivada por varias causas. En primer lugar, el roce diario con los artistas, el hecho de vivir con artistas, de hablar con artistas me disgustaba profundamente. En 1912 se produjo un incidente que «me alteró la sangre», si me permite la expresión. Ese hecho ocurrió cuando llevé mi Nu descendant un escalier a los Independants y se me pidió que lo retirara antes de la inauguración. En el grupo de personas más avanzadas de la época algunas de ellas tenían unos extraordinarios escrúpulos y mostraban una especie de terror. Personas como Gleizes, que sin embargo eran extremadamente inteligentes, encontraron que el Nu no estaba en absoluto en la línea que ellos habían trazado. Hacía dos o tres años que imperaba el cubismo y ellos tenían una línea de conducta extraordinariamente precisa, recta, que preveía todo lo que sucedería. Yo encontré todo eso insensato e ingenuo. Entonces eso me enfrió de tal modo que, como reacción frente a semejante comportamiento proveniente de unos artistas a los que creía libres, tomé un empleo. Me convertí en bibliotecario en Sainte-Genevieve.






Hice ese gesto para desembarazarme de un cierto medio, de unacierta actitud, para tener tranquila la conciencia, pero también para poder ganarme la vida. Tenía 25 años, me habían dicho que era preciso ganarse la vida, y en aquel momento me lo creí. Después vino la guerra, que lo convulsionó todo y me fui a los Estados Unidos.





Estuve ocho años trabajando en Le Grand Verre, mientras, hacía otras cosas, pero ya había abandonado la tela y el bastidor. Tenía ya una especie de asco tanto por una como por el otro, no porque hubiera pintado demasiadas telas sobre bastidores sino porque era, en mi opinión, necesariamente, un medio para expresarme.
ver explicacion de la obra en el Philadelphia Museum of Art. (en ingles)

El Verre me salvó debido a su transparencia.
Cuando se pinta un cuadro, incluso si es abstracto, hay siempre una especie de obligado relleno. Yo me preguntaba cuál era la causa. Siempre me he planteado muchos «por qué» y de la pregunta ha surgido la duda, la duda de todo. Llegué a dudar hasta tal extremo que, en 1923, me dije: «Bueno, la cosa marcha». No lo abandoné todo en un momento, al contrario. Regresé a Francia dejando inacabado Le Grand Verre. Cuando regresé a Norteamérica habían ocurrido muchas cosas. Me casé, creo, en 1927; la vida pudo más que yo. Había trabajado ocho años en esa cosa que era intencionada, voluntariamente establecida con planos exactos; pero, a pesar de ello, no quería, y tal vez ésa es la razón por la que trabajé en ella tanto tiempo, que esa obra fuera la expresión de una especie de vida interna. Desgraciadamente, con el tiempo, perdí todo tipo de ardor en la ejecución; la cosa ya no me interesaba ni me concernía en absoluto. Entonces me cansé y lo dejé, pero sin ninguna dificultad, sin una decisión brusca; ni siquiera pensé en ello.


P. C. En 1950, después del fallecimiento de Arensberg, su colección se integró al Museo de Filadelfia. Usted es el único artista que tiene casi toda su obra en el mismo museo, es algo bastante extraordinario.
M. D. -Es cierto, pero se debe a que, anteriormente, todas esas obras estaban en la misma colección. Fue una cosa automática, sin preparación y sin intención previa.
Cuando ese pobre Arensberg quiso donar su colección a alguna parte para eludir las salas de ventas, el museo de Chicago le ofreció, creo, colgarla durante diez años en sus paredes; después de ese plazo no había ninguna garantía: el desván o el trastero.
jAh sí! Los museos son así. El Metropolitan Museum de Nueva York ofreció cinco años. Arensberg también se negó. También se negó a aceptar un plazo de diez años.
Finalmente Filadelfia le ofreció veinticinco y aceptó. Hace de eso diez o doce años, ¡dentro de doce años a lo mejor todo eso va a parar al desván o al trastero!

P. C. -En 1953 Picabia se estaba muriendo y usted le envió un telegrama bastante inquietante.
M. D. -Es difícil escribir a un amigo que se está muriendo, no se sabe qué decirle. Se debe eludir la dificultad con una especie de humorada. Hasta la vista, ¿no es eso?

P. C. -Usted le escribió: «Querido Francis, hasta pronto».
M. D. -Eso, hasta pronto. Aún estaba mejor.











En 1913 toma la horquilla delantera de una bicicleta, junto con su correspondiente rueda, y coloca el conjunto al revés, sobre un taburete de estudio. A continuación, forma con su nombre esta construcción de objetos, como si se tratase de una obra de arte. A partir de ese momento, este montaje adquiere un valor de obra de arte, no porque lo sea en el sentido tradicional, con mayúscula -además la pregunta sobre si lo es en realidad permanece sin respuesta- sino porque el público, el aficionado o el coleccionista se comportan ante ese objeto exactamente igual que ante una obra de arte. El taburete del taller soluciona de un plumazo el problema de la peana, cosa que Brancusi no había logrado con su híbrida gama de formas artístico-decorativas. Sin embargo, el escabel no es simplemente un pedestal: representa el sillín de la bicicleta.
Desde entonces se advierte que Duchamp ha colocado el mundo cabeza abajo: el sillín en la parte inferior, y la rueda, arriba. La rueda se mueve sin desplazarse de lugar. Agita el aire circundante como si fuese una escoba mecánica y, además, resulta bastante más convincente que las Formas únicas de la continuidad en el espacio de Boccioni". El mismo Duchamp nos explica en qué consisten los ready-made:




"Ya en 1913 tuve la feliz idea de montar la rueda de una bicicleta sobre un taburete de cocina y observar cómo giraba.
Algunos meses más tarde compré una reproducción barata de un paisaje invernal y lo titulé Pharmacy, después de haberle agregado dos pequeños redondeles en el horizonte. En Nueva York, en el 1915, compré en una tienda de viejo una pala de nieve y le agregué esta inscripción: In advance of the broken arm (Anticipando el brazo roto).
Fue un poco más o menos por aquel entonces cuando se me ocurrió la palabra readymade para designar ese género de manifestaciones.
Ahora bien, hay un punto que me interesa sobremanera dejar bien claro y es el hecho de que la selección de esos readymade jamás me ha sido dictada por una delectación estética. Dicha elección siempre está basada en una reacción de indiferencia visual, al mismo tiempo que en una ausencia total de buen o mal gusto..., una anestesia completa, a fin de cuentas. (...) De inmediato advertí el peligro de una repetición arbitraria de tal forma de expresión y decidí, en consecuencia, limitar la producción de readymade a una reducida cantidad por año. Me daba cuenta en esa época de que el arte es para los espectadores, más que el artista mismo, un medio de provocar una obsesión comparable al opio, y quería proteger mis readymade contra tales impurezas".
Estas declaraciones encierran algunos aspectos fundamentales del dadaismo. Rechaza la tradición estilística y los fundamentos esenciales de la actividad artística, así como todos los tópicos que a ella se ligan: la capacidad creadora, la inspiración, el oficio, por lo que hace referencia al "creador", al artista; los géneros, la problemática de las diversas artes, las condiciones estéticas, formales y técnicas, por lo que respecta a la obra de arte. Nada queda en pie de una escultura, y de la veneración hacia ella y hacia el escultor, nada puede decirse de técnicas o estilos, de problemas formales; no se trata de una escultura sino de una manifestación, es decir, la expresión de una actitud que, en cuanto tal, si desea provocar, no puede caer en la redundancia y el aburrimiento.

jueves, 4 de agosto de 2011

Gertrude Stein



Gertrude Stein Por Pablo Piacasso

México, 26 Jul. (Notimex).-

El Museo de Arte Moderno y el Judío Contemporáneo, ambos de San Francisco, exhiben sendas muestras que recuerdan a la escritora estadounidense Gertrude Stein, de quien este miércoles se cumplen 65 de fallecimiento.
En el primer caso se revisa su faceta como mecenas del arte, al lado de Leo Stein (1872-1947), con la muestra "Cézanne, Matisse, Picasso. La aventura de los Stein", que reúne alrededor de 200 cuadros, esculturas, dibujos y estampas de esos tres grandes artistas y de algunos de sus más grandes contemporáneos.
La exhibición abrió en mayo pasado y estará abierta al público hasta septiembre entrante, para luego ser mudada en octubre al Gran Palais de París, y del 12 de febrero al 3 de junio de 2012 al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La otra muestra, en el Museo Judío Contemporáneo, es "Mirando a Gertrude Stein" (Seeing Gertrude Stein), que podrá verse hasta el 6 de septiembre, disipa el mito de Stein como genio independiente incorporando al paisaje a Alice Toklas, a quien conoció en 1907.
Ambas mujeres formaron una pareja que sería, en muchos sentidos, una colaboración.
El fin de semana concluyeron en el mismo recinto las presentaciones del performance "The Jewish Stein, The Local Stein" (La Stein Judía, La Stein Local), a cargo de la actriz experimental Laura Sheppard, que representó el estilo de vida de la escritora, basada en un texto de Harriet Levy.
Gertrude Stein nació el 3 de febrero de 1874 en Penssylvania, en el seno de una familia de origen judío, sin embargo, creció en California, de donde se mudó a Massachussets en compañía de su hermano Leo, en 1893.
En dicho estado realizó sus estudios en biología y filosofía en el "Radcliffe Institut for Women", de la Universidad de Harvard; también estudió psicología en Baltimore y medicina en la escuela "John Hopkins".
No aprobó los exámenes de medicina, debido a que esta disciplina le resultaba aburrida, sin embargo, trabajó en el centro de maternidad, experiencias que plasmó más tarde en "Melanctha".
A partir de 1903 inició su residencia en Francia, donde su casa se convirtió en el centro de reunión de los movimientos vanguardistas de mayor influencia en la literatura y las artes, concentrando a personalidades como Pablo Picasso, Henri Matisse y Ernest Hemingway, entre otros.
Su trabajo literario, que abarca la poesía, ensayo, autobiografía y teatro, se caracteriza por un alto nivel experimental, ya que a través de la repetición de palabras quiso transpolar el cubismo a la literatura; sin embargo, personalidades como Hemingway le reprocharon no haber corregido minuciosamente su obra.
En el poema "Sacred Emily" está incluida su famosa frase "una rosa es una rosa es una rosa", con la que acuñó un estilo propio denominado "Litismo", que constituye una especie de tautología verbal.
Además de su extensa creación literaria, al figura de Stein es importante debido en gran parte a la función que cumplió como mecenas de artistas que en ese entonces eran desconocidos, como Pablo Picasso, Henri Matise, Paul Cézanne, Claude Monet, August Renoir, Honoré Daumier y Paul Gaugin.
Gertrude Stein también es considerada una renovadora del género memorialístico por sus obras "Autobiografía de Alice B. Toklass", publicada en 1933, y "Autobiografía de todo el mundo", que vio la luz en 1937.
Durante 25 años la compañera de Gartrude Stein fue Alice B. Toklass, quien además fue para la escritora confidente, secretaria, cocinera y musa; resulta curioso que su autobiografía se titule "Autobiografía de Alice B. Toklass", ya que ésta es mencionada sólo superficialmente.
Sus primeras obras de éxito fueron "Tres vidas", donde analiza la personalidad de tres mujeres, y "Ser estadounidenses", un estudio sobre la historia sociocultural de su propia familia, ambas con un estilo alejado de las convenciones, donde la trama es casi suprimida y utilizó una prosa libre e innovadora en cuanto a sintaxis y puntuación.
En su obra "Conferencias", una compilación de pláticas pronunciadas durante una gira a Estados Unidos, explica algunas de sus teorías sobre la composición literaria.
En 1947 apareció "La madre de todos nosotros", una ópera basada en la vida de Susan B. Anthony, con música de Vrigil Thompson.
Gertrude Stein y su hermano Leo figuran entre los primeros coleccionistas de las obras de Picasso, Matisse y Georges Braque.
Stein murió en París, el 27 de julio de 1946, sus archivos fueron legados a la Universidad de Yale, mientras que su colección de arte se dispersó en varias colecciones estadounidenses, tras ser objeto de litigio familiar.




Gertrude Stein (with Picasso Portrait) & Horst, 1946

lunes, 1 de agosto de 2011

Leonardo da Vinci’s “Last Supper”



Occasionally I have joined that crowd, before Leonardo da Vinci’s “Last Supper,” in the former whitewashed refectory of Santa Maria delle Grazie, checking in on a beloved, hospice-bound but faded relative, expecting to make the most of the allotted 15 minutes tourists are permitted. Jesus delivers his message of betrayal, as always, and the shock wave disperses his apostles above the broad white tablecloth like bowling pins.





Born out of wedlock to a notary, Piero da Vinci, and a peasant woman, Caterina, at Vinci in the region of Florence, Leonardo was educated in the studio of the renowned Florentine painter, Verrocchio. Much of his earlier working life was spent in the service of Ludovico il Moro in Milan. He later worked in Rome, Bologna and Venice and spent his last years in France, at the home awarded him by Francis I.
Leonardo was and is renowned primarily as a painter. Among his works, the Mona Lisa is the most famous and most parodied portrait and The Last Supper the most reproduced religious painting of all time, with their fame approached only by Michelangelo's Creation of Adam. Leonardo's drawing of the Vitruvian Man

The Last Supper (Italian: Il Cenacolo or L'Ultima Cena) is a 15th century mural painting in Milan created by Leonardo da Vinci for his patron Duke Ludovico Sforza and his duchess Beatrice d'Este. It represents the scene of The Last Supper from the final days of Jesus as it is told in the Gospel of John 13:21, when Jesus announces that one of his Twelve Apostles would betray him.





Why da Vinci's The Last Supper Was Created

Leonardo da Vinci worked for Ludovico Sforza, Duke of Milan, for nearly eighteen years. The Duke decided he wanted this particular religious scene painted and Leonardo, decided painting it made perfect financial sense.
Facts About da Vinci's The Last Supper

The painting is huge, 460 x 880 cm and it covers an entire large wall. The original mural is on a wall of the refectory in the Convent of Santa Maria delle Grazie in Milan, Italy. da Vinci began working on it in 1495, and finished Last Supper in 1498. It's a remarkable composition because the disciples are all displaying very human, identifiable emotions. Secondly, every single element of the painting directs one's attention straight to the midpoint of the composition, Christ's head.
What da Vinci Interpreted to Create the Last Supper

Last Supper is Leonardo's visual interpretation of an event chronicled in all four of the Gospels. The evening before Christ was betrayed by one of his disciples, he gathered them together to eat, told them he knew what was coming and washed their feet. As they ate and drank together, Christ gave the disciples explicit instructions on how to eat and drink in the future, in remembrance of him. It was the first celebration of the Eucharist, a ritual still performed.



The Last Supper specifically portrays the reaction given by each apostle when Jesus said one of them would betray him. All twelve apostles have different reactions to the news, with various degrees of anger and shock. The apostles are identified from a manuscript (The Notebooks of Leonardo Da Vinci p. 232) with their names found in the 19th century. (Before this, only Judas, Peter, John and Jesus were positively identified.) From left to right:

Bartholomew, James, son of Alphaeus and Andrew form a group of three, all are surprised.
Judas Iscariot, Peter and John form another group of three. Judas is wearing green and blue and is in shadow, looking rather withdrawn and taken aback by the sudden revelation of his plan. He is clutching a small bag, perhaps signifying the silver given to him as payment to betray Jesus, or perhaps a reference to his role within the 12 disciples as treasurer.He is also tipping over the salt shaker. This may be related to the near-Eastern expression to "betray the salt" meaning to betray one's Master. He is the only person to have his elbow on the table and his head is also horizontally the lowest of anyone in the painting. Peter looks angry and is holding a knife pointed away from Christ, perhaps foreshadowing his violent reaction in Gethsemane during Jesus' arrest. The youngest apostle, John, appears to swoon.
Jesus.

Apostle Thomas, James the Greater and Philip are the next group of three. Thomas is clearly upset; James the Greater looks stunned, with his arms in the air. Meanwhile, Philip appears to be requesting some explanation.
Matthew, Jude Thaddeus and Simon the Zealot are the final group of three. Both Jude Thaddeus and Matthew are turned toward Simon, perhaps to find out if he has any answer to their initial questions.

In common with other depictions of The Last Supper from this period, Leonardo seats the diners on one side of the table, so that none of them have their backs to the viewer. Most previous depictions excluded Judas by placing him alone on the opposite side of the table from the other eleven disciples and Jesus or placing halos around all the disciples except Judas. Leonardo instead has Judas lean back into shadow. Jesus is predicting that his betrayer will take the bread at the same time he does to Saints Thomas and James to his left, who react in horror as Jesus points with his left hand to a piece of bread before them. Distracted by the conversation between John and Peter, Judas reaches for a different piece of bread not noticing Jesus too stretching out with his right hand towards it. (Matthew 26: 23). The angles and lighting draw attention to Jesus, whose head is located at the vanishing point for all perspective lines.

The painting contains several references to the number 3, which represents the Christian belief in the Holy Trinity. The Apostles are seated in groupings of three; there are three windows behind Jesus; and the shape of Jesus' figure resembles a triangle. There may have been other references that have since been lost as the painting deteriorated.