martes, 26 de mayo de 2015

Expo

Gisèle Freund (1908-2000),

 fotógrafa autodidacta, figura entre los retratistas y reporte- ros preponderantes de su tiempo. Tuvo una vida longeva cuya principal vicisitud fue el exilio, de su natal Alemania a París y Buenos Aires, pasando por Londres, Quebec y México. Nació en una familia judía de la burguesía berlinesa; su padre, coleccionista de arte, le regaló su primera cámara Leica que estrenó documentando la crisis de la Repúbli- ca de Weimar que allanó el camino al triunfo de Hitler. Antes de huir a Francia en 1933, estudió sociología en la Universidad de Frankfurt, disciplina que la orientó a la escritura teórica y la inclinó al foto-reportaje crítico (80 series realizó en total, difundidas en la prensa masiva internacional).



El encanto de la obra de Gisèle Freund radica en la delicadeza de su factura y en su dimensión literaria. Se le considera la mejor cronista visual de la vanguardia parisina de los años 1930, con retratos cuyo uso innovador del color supo aprovechar las películas Agfacolor y Kodachrome recién comercializadas. Lo que se sabe menos es que viajó varias veces a México, entre 1948 y 1978, y que tejió estrechos vínculos con América Latina. En 1941, sabiéndola escondida en la Francia ocupada, la intelectual Victoria Ocampo la invita a pasar una temporada en Argentina (adonde volverá en 1950 para un reportaje demoledor sobre Evita Perón). Pronto empiezan las visitas a México



México fue, entre todos los países de nuestro continente, aquel donde más activó su cámara y del que hablaba con mayor nostalgia. Hemos localizado archivos que conser- van las huellas de su paso por nuestras tierras y su relación con personalidades mexicanas, cercana en el caso de Alfonso Reyes, la pareja de pintores Diego Rivera-Frida Kahlo y el promotor-museógrafo Fernando Gamboa (ex director del MAM). No hay carta que le dirija a Reyes donde no externe su añoranza de México: “los numerosos amigos, su cálida amistad, la fraternidad y la comprensión que siempre experimenté entre ustedes y que me lleva irresisti- blemente a regresar.” El MAM no sólo evoca su periodo europeo y ahonda por primera vez en su experiencia mexi- cana; también amplía la interpretación de 90 obras suyas encontrando afinidades con la de 20 fotógrafos activos en México en el mismo periodo y pertenecientes a nuestro acervo (Cartier-Bresson, Manuel y Lola Álvarez Bravo, Kati Horna, Lewis Hine, Emilio Amero, Armando Salas Portugal, Héctor García, entre otros).

Esta exposición ha beneficiado de la colaboración de la Embajada de Francia en México en su programa “Mano a mano. Miradas fotográficas cruzadas. Francia-México”




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