sábado, 19 de febrero de 2011

PAUL ELUARD


Arlequin Triste Federico Cantú Paris 1933



Una muchacha desnuda y rapada va por la avenida. Su sombra es tan frágil como su cuerpo. Resuenan en los adoquines los pasos de la multitud en desorden. Unos hombres custodian a esta figura cuya indefensión es su marca, no se sabe a dónde la llevan, caminan muy decididos mientras ella en momentos se cubre el rostro con una mano en un gesto delicado, y en tanto sigue avanzando situada en el centro de la procesión. Los gritos y las risas de la gente son parte del espectáculo. Un hombre ebrio canta La Marsellesa en una esquina.

El poeta había cantado el poder mirar los sueños con los ojos abiertos. Ahora esta imagen lo hiere. Aprieta en silencio los puños porque siempre frente a una turba la persona no involucrada es débil, como cuando un huracán lo arrasa todo. Y en muchas calles de París suceden escenas similares a la que ahora ha visto. Las mujeres acusadas de “colaboración horizontal” —curioso término expuesto solemnemente—, es decir, de haber sido amantes de los alemanes, son rapadas y exhibidas por las calles. Y con algunas de ellas pasan cosas peores. Es el día de la Liberación.

Paul Eluard (1895-1952), era el cantor de la Resistencia a la Ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra. Quizás sólo durante la guerra civil española los poetas tomaron partido tan abiertamente por una causa popular. Con algunas excepciones, la mayor parte eran de izquierda y muchos de ellos militaban en el Partido Comunista. Si un día era esperado por él se trataba del que inaugurara la Liberación.

El poeta siente un vacío en el estómago. Se aleja por una calle tratando de dejar el ruido detrás, imagina que pudiera envolverse en la oscuridad en ese momento, abrir los ojos a una realidad diferente, por ejemplo a los sueños que navegan en los mares, o crean una flor incandescente, pero al dar vuelta en una esquina encuentra de nuevo una muchedumbre arrastrando a otras muchachas, aunque ahora en el grupo van también algunas mujeres mayores, todas están rapadas como emblema de su castigo, un hombre toca un tambor igual a si se tratara de un carnaval. En días posteriores, Paul Eluard escribe un poema que transcribo completo:




Comprenda quien quiera / mi remordimiento fue / la desdichada que quedó / en el pavimento / la víctima razonable / de ropa desgarrada / de mirada de niña perdida / descoronada desfigurada / la que se parece a los muertos / que murieron para ser amados / una joven hecha para un ramillete de flores / y cubierta / por el negro escupitajo de las tinieblas / una muchacha delicada / como una aurora de primavera / la más amable bestezuela / manchada y que no ha comprendido / que está manchada / una bestezuela caída en la trampa / de los aficionados a la belleza / y mi madre la mujer / bien querría acariciar/ esta imagen ideal / de su desdicha sobre la Tierra.

Para dejar aún más clara su postura frente a estas represalias, el autor de Capital del dolor, escribió años después como epígrafe de estos versos: “En esa época, para no castigar a los culpables, se maltrataba a muchachas delicadas, hasta se llegaba a raparlas”. El gran poeta siempre logra expresar cosas verdaderas, lejanas o profundas, frente a los hechos mismos que testifica. En este caso, así sucede, aunque en realidad un sentimiento muy sencillo impregna todas sus palabras: la compasión.

Si no existe piedad, no hay belleza. El poeta no podía dejarse envolver en las bajas pasiones de la muchedumbre, en la cobardía ensañada contra “muchachas delicadas”, ni habría de justificar con ideología un abuso, a pesar del ansia de venganza y de las circunstancias de la guerra.

Paul Eluard participó en el movimiento dadaísta y luego en el surrealismo. Tuvo capacidad para la ensoñación, la expresión del amor y las reivindicaciones de la libertad. A partir de la publicación de sus primeros poemas en 1924, fue considerado el poeta amoroso por excelencia, no sólo en la celebración, sino también en la soledad, en la ausencia del amor. Amando el amor. En verdad, la claridad me ofuscó. Conservo en mí lo suficiente de ella para mirar la noche, toda la noche, todas las noches.

Vivió inmerso en los ambientes de vanguardia, bohemios y políticos parisinos. Como miembro de la Resistencia, durante la guerra tomó todos los riesgos. Al igual que muchos artistas sinceros, no pudo superar las tensiones de su militancia en el comunismo. Amaba la libertad para cederla a la ideología o a la disciplina partidista. Al final de sus días se aisló por ello.

Las jornadas de humillación y crueldad durante la Liberación le causaron un gran disgusto. Nunca pudo justificarlas y sintió habían degradado una causa justa, sobre todo porque muchos verdaderos culpables cambiaron simplemente de camisa y se mantuvieron en el poder. Por ejemplo, Francois Miterrand —el tío del actual secretario de cultura de Nicolas Sarkozy—, miembro del grupo antisemita La Caugolé y partidario de Vichy, quien cambió de bando oportunamente y nunca fue juzgado por sus responsabilidades como colaboracionista de élite. Hasta llegó a ser Presidente de la República.




Pero la poesía trasciende todas las infamias.

Obras representativas

Los textos de Paul Eluard se dividen en tres etapas.

Etapa dadaísta

» El deber y la inquietud (1917)

» Los animales y sus hombres (1920)

» Las desdichas de los inmortales (1922)

Etapa surrealista

» Morir de no morir (1924)

» Capital del dolor (1926)

» La libertad o el amor (1927)

» La vía inmediata (1932)

» La rose publique (1934)

» La evidencia poética (1937)

» Curso natural (1938)

Etapa de resistencia

» Poesía y verdad (1942)

» A Pablo Picasso (1944)

» Cita alemana (1945)

» Una larga reflexión amorosa (1945)

» Poesía interrumpida (1946)

» Memorias de la casa de los locos (1946)

» Poemas políticos (1948)

» Cuerpo memorable (1948)

» Una lección de moral (1949)

» Todo dicho (1951)

» Fénix (1952)

» Últimos poemas de amor (1963)

No hay comentarios:

Publicar un comentario